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ESTE II

Praga

Encuentro el albergue en las cercanías del Museo Nacional, junto a un barrio residencial. Mis compañeros de habitación son de Malasia y Norteamericanos. Lástima, mis limitaciones con el inglés imponen una restricción a una conversación más fluida y animada.
Inicio mi recorrido en la Plaza de Venceslao, frente al Museo Nacional. En esta parte de la ciudad, la Praga moderna y cosmopolita, comparte por igual el ajetreo de cualquier gran ciudad contemporánea. Lentamente serpenteo entre las callejuelas de la Ciudad Vieja de Praga, que le ha dado fama de ser una de las ciudades más bonitas de Europa. Al llegar a la Plaza de la Ciudad Vieja, una auténtica marea humana de turistas (en la cual me hago partícipe de ella) invade toda la plaza y las calles adyacentes. El bonito y pintoresco Puente de Carlos aparece bajo las mismas condiciones. Esperaba un turismo menos agobiado y más calmado en esta época del año. La subida hacia el Castillo de Praga tiene justa recompensa con la impresionante Catedral de San Vito. No muy lejos de aquí, se tienen unas bonitas vistas del Moldava y sus puentes a su paso por Praga.
A pesar de todo lo que he visto, no consigo encontrarle el encanto del que todo el mundo me había hablado…tal vez la afluencia masiva de turistas que no me esperaba…quizás una ciudad que consideraba de paso y no un objetivo fijo de visita me hizo perder interés por ella. Es posible que en otra ocasión, pueda sacarle todo el provecho a una ciudad que no he sabido valorar en su justa medida.

5 de enero – 6 de enero: Praga – Budapest

Con la llegada de la noche, decido poner rumbo a la estación central de Praga, no hay mucha gente, pero permanece tranquila. Mi tren con destino Budapest tiene su salida a las 23:23h, pero el tiempo de espera queda ocupado por el ojo fotográfico de mi cámara, inmortalizando bellísimas composiciones internacionales con destino ciudades occidentales y orientales europeas. Mi tren, el 375 “Pannonia” está ya en vía. Como el resto de las composiciones, tiene múltiples destinos y coches, en mi caso, Budapest, Bucarest y Burgas, ciudad búlgara situada a orillas del mar Negro.


El joven revisor me atiende a pie de coche, me comenta que saldremos con retraso por interferencia en vía de un tren procedente de Alemania. Me llama poderosamente la atención que 3 de las 4 puertas de entrada al coche-litera están bloqueadas con candados, al igual que el acceso al coche compuesto por asientos, permaneciendo sólo accesible desde la entrada contigüa al otro coche-cama. En definitiva…es prácticamente imposible que pueda producirse un robo por personal del propio coche. Los comentarios referidos a los numerosos robos en los trenes nocturnos del este, muy posiblemente se produzcan en los asientos nocturnos, no en plazas acostadas. Al final el tren inicia su recorrido con algo menos de una hora de retraso, siendo yo…el único viajero que ocupa espacio en todo el coche.
Durante el trayecto, mi sueño se ve interrumpido un par de veces por el control de pasaportes, aunque rápidamente vuelvo a recuperar mi estado somnoliento. El revisor me despierta apenas 30 min. antes de nuestra llegada a la capital húngara, para mi sorpresa…puntualmente a su hora. A pesar de la intensa lluvia que cae sobre la ciudad, y lejos de desanimarme, emprendo la visita a la fascinante ciudad del Danubio.
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