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UCRANIA

Interlaken - Praga

Me levanto tremprano, desayuno y enfilo el camino hacia la estación. El directo Interlaken - Zurich son modernas composiciones de 2 pisos concebidas para 200km/h, velocidad que alcanzan en el tramo de alta velocidad inaugurado hace casi 2 años entre Berna y Olten. El lago Thoune refleja en sus aguas el cielo gris de un día fresco que amenaza lluvia. Después de Spiez y Berna, cruzamos sin parada importantes nudos de comunicaciones, alcanzando la principal ciudad financiera del país en una hora. Aquí tengo mi correspondencia con el EC 195 Zurich - Munich, formado integramente por material suizo. Después de salir de Zurich, y a medida que nos dirigimos en dirección nordeste, el terreno se hace más llano y el cielo se despeja. Pasamos St Gallen y St Margrethen hasta llegar a las inmediaciones del lago Constanza.
En Lindau se produce el cambio de tracción. Se nos acopla una máquina diesel, lo que da pie al inusual recorrido de un EC por una línea no electrificada. En el mapa ferroviario de Thomas Cook aparece señalado como una línea pintoresca....no cabe la menor duda de ello. Al cabo de unos minutos de nuestra salida, entramos en el territorio de los prealpes alemanes de la región de Baviera, bosques que juegan al escondite tras las suaves colinas enmoquetadas de un verde intenso salpicado de pequeños lagos, donde los bañistas aprovechan los últimos rayos de sol de una temporada estival a punto de acabar. El tiempo es magnífico y el paisaje soberbio, ni una nube hasta mi llegada a Munich.

Después de dejar mi mochila en la estación, callejeo entre sus calles principales entre una importante densidad de bicicletas, ciudad que me parece bien animada a la caída de la tarde. Munich, poblada por una importante comunidad turca, está repleta de pequeños establecimientos que venden Kebab y otros platos del país Euroasiático. Aunque no es el mejor que he comido, me quita el hambre antes de seguir viaje esta noche. Todavía tengo pendiente la visita a Köln, Berlín, Hamburgo, Hannover, Dresden y Leipzig como se merecen, lista que queda completada desde hoy con Munich. Volveré.
Ya de vuelta en la estación, anuncian en el panel de salida el tren a Praga. Es una larga composición con múltiples destinos y los coches que hacen el trayecto Munich - Praga van completos. En mi compartimento conozco a Bety y Tania, dos mexicanas de viaje por Europa central, los otros 3 viajeros son jóvenes japonesas. Los espartanos literas checos me sumergen lentamente en mi sueño hacia el este. Al llegar a la frontera con la República Checa, los aduaneros proceden al control de pasaportes, además de registrar de manera minuciosa y escrupulosa mi pequeña mochila, lo que tampoco me preocupa. Despierto al día siguiente en el frescor de la mañana, pero el día parece agradable. Con Bety y Tania interactúo muy bien y decidimos pasar el día juntos. Lo primero es comprar nuestros respectivos billetes, mi próximo tren sale esta misma noche con destino Kiev.

Dejo mi mochila en la consigna de la estación, listo para intentar tener otra idea de Praga bien distinta de la que tuve en mi anterior visita. Vuelvo al casco antiguo de la Ciudad Vieja, esta vez mucho más tranquila, apenas son las 9 de la mañana. El siempre descuidado Puente de Carlos contrasta con el reflejo de un azul intenso sobre las aguas del Moldava. Nos detenemos con más profundidad en la Catedral y el Castillo que domina la ciudad desde una de sus colinas. Tras unas cuantas horas de marcha urbana, estamos bastante cansados y reponemos fuerzas en un restaurante del centro a muy buen precio. Hace calor y estamos cansados, Bety y Tania me ofrecen gentilmente la ducha de su pensión antes de seguir viaje esta noche a Kiev. Todo un detalle teniendo en cuenta que nos hemos conocido hace apenas 24h en un tren nocturno. Limpio y relajado, me despido de mis dos amigas mexicanas en este encuentro furtivo, en una ciudad, donde finalmente no he encontrado el hechizo del que todo el mundo habla. Quién sabe, tal vez soy la excepción que confirma la regla.
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